Tras años de haber desembarcado en tierras españolas, recién ahora la opinión pública descubre un fenómeno ya bien conocido – y sufrido – por los venezolanos: la nueva burguesía surgida a la sombra de la revolución bolivariana en base a la corrupción.
Aunque el tema no es totalmente nuevo para los españoles que ya conocen a un destacado miembro de la casta boliburguesa, Víctor Vargas Irausquín, más que todo por haber emparentado con un biznieto de Francisco Franco, Luis Alfonso de Borbón.
Conocido como el «banquero rojo», en los últimos años se ha convertido también en facilitador de operaciones de compra de medios de comunicación para colocarlos al servicio del gobierno, como es el caso de la Cadena Capriles, El Universal y ahora Televen. Para fortalecer la hegemonía comunicacional del régimen y proteger a los verdaderos nuevos dueños, ha utilizado empresas españolas e inglesas.
Si bien Vargas poseía ciertos bienes de fortuna, ésta se incrementó de manera grotesca durante los últimos quince años. Y grotesca ha sido también la manera como la ha exhibido. Él y casi todos los miembros de la casta de nuevos burgueses surgidos a la sombra de Hugo Chávez y Nicolás Maduro. Como los bolichicos y su fortuna eléctrica sobre los que se han escrito ríos de comentarios.
Por ello, es su culpa y solo de ellos, que la prensa española, por ejemplo, se haya fijado en sus mansiones y cotos de caza, caballos, yates, aviones, viajes y fiestas, como refleja el más reciente reportaje sobre Vargas en uno de los principales diarios españoles.
Como dijera Pablo Laplana, uno de los operadores financieros de las cuentas rojas rojitas en Banca Privada de Andorra (BPA), grabado por la Guardia Civil española en conversación con Dominique de Villepin, ex ministro francés devenido en abogado de la boliburguesía: «Diego (Salazar) tan sólo se dedica a disfrutar de la vida y de lo hermoso que es París ..(risas)..».
Se referían a Diego Salazar Carreño, familiar de Rafael Ramírez, presidente de Pdvsa por diez años, durante los cuales le otorgó el manejo de los seguros de la petrolera a su primo hermano, hoy uno de los hombres más ricos de Latinoamérica.
Si bien habían aparecido comentarios sueltos durante los últimos años, más que todo en la prensa «rosa» española, el escándalo de la BPA y de Banco Madrid, ha terminado por destapar la olla y ahora no son solo los reporteros de farándula y sociales los que indagan en las vidas de boliburgueses y bolichicos, sino también los periodistas especializados en banca y finanzas y, sobre todo, los que cubren las fuentes de tribunales y delincuencia organizada.
Ya no se trata solo de las exóticas, escandalosas anécdotas de un grupo de multimillonarios caribeños disfrutando a plenitud de los placeres de Madrid, París o Londres. No. Ahora la cosa es más seria.
Los capitales tóxicos de la boliburguesía contaminaron de muerte dos bancos europeos y pusieron a temblar a un pequeño país, afectando irremediablemente su economía. Nadie quiere verse en esa situación, por lo que ahora los negocios serán más complicados para este grupo. Una gigantesca lupa se está enfocando sobre sus cuentas, que las tienen, y muchas.
Portugal, Italia, Suiza, Francia y Hong Kong han tomado nota. Putin también, aunque de otra manera. Donde algunos ven un problema, él ve una oportunidad. Fuentes de inteligencia financiera señalan que si bien la amnistía fiscal propuesta por el gobierno ruso en diciembre pasado tenía como objetivo repatriar los millones de dólares que sus ciudadanos tienen en el exterior, también podría servir a capitales oscuros de «amigos y socios», como los venezolanos, para protegerlos del posible bloqueo de sus cuentas por investigaciones de lavado de dinero en EEUU y Europa.
Todo indica que los fondos boliburgueses huyeron de Andorra y Madrid entre 2012 y 2013 en busca de nuevos refugios. Dada la magnitud del escándalo detonado por el informe del Departamento del Tesoro de EEUU y las severas consecuencias que ha tenido para los bancos involucrados, donde quiera que esté ahora ese dinero, será tema de preocupación para sus operadores.
El dinero se mueve, pero no lo hace por si sólo. Alguien lo moviliza. Y suele dejar huellas. El dinero de la boliburguesía va dejando tras de sí una estela radioactiva, un rastro fluorescente que causa ruina por donde pasa. Cada vez le quedan menos sitios donde esconderse.
Cuál será el próximo escándalo? Portugal? Singapur? Moscú?
De lo que no cabe duda, es que la investigación continúa.