Una nueva Santa Alianza prepara el asalto de Europa. Pero esta vez no es a causa de la resaca napoleónica sino de que tres paraísos fiscales se han unido para reclamar una mejor relación con Bruselas. Así, Andorra, Mónaco y San Marino se han conjurado para negociar de manera coordinada un acuerdo de asociación con la UE. Especialmente en el caso andorrano, este pacto resultará fundamental para el futuro de estos países.
Sin embargo, no será una batalla fácil. La UE tiene 28 países miembros. Pero además hay tres que disfrutan del estatus de país asociado: Noruega, Islandia y Liechtenstein. Estos tres estados son miembros de la EFTA, siglas en inglés de la Asociación Europea de Libre Comercio. Por su estatus especial, configuran junto con los países miembros lo que se denomina el Espacio Económico Europeo.
Son justo estos tres países ya asociados los que más se oponen a la entrada de nuevos socios en un club que se considera muy exclusivo a nivel internacional. Y representan así el principal obstáculo para que las conversaciones prosperen, según fuentes financieras andorranas.
La asociación se considera un paso clave para la supervivencia de estos países y, por extensión, de sus respectivos sistemas financieros. El andorrano se encuentra muy tocado por el caso BPA. En el nuevo entorno global, estados tan pequeños con grupos bancarios tan grandes tienen una difícil supervivencia, y más si se acompañan de esquemas fiscales débiles.
Las conversaciones han cumplido un año desde su inicio en marzo de 2015 y avanzan con una lentitud que disgusta profundamente a los países aspirantes al acuerdo. Las razones son varias, pero, en esencia, una UE agobiada por problemas como la ofensiva yihadista, los refugiados, el Brexit o la falta de crecimiento económico no tiene como prioridad solventar los problemas de los pequeños satélites de la región, según apuntan fuentes comunitarias.
De los tres, Andorra es evidentemente el país más agobiado por la crisis, la económica y la de BPA. Mónaco, el que menos. Mónaco cuenta con un representante en el consejo del Banco de Francia, y aunque también aspira a pertenecer al Mecanismo Único de Supervisión (MUS), del que tampoco forma parte, lo cierto es que sus políticas financieras ya se encuentran muy tuteladas desde París y coordinadas con los franceses. Todo lo contrario que los andorranos, quienes históricamente siempre han ido a su aire.
La supervisión europea
Integrarse en el MUS resulta clave para los tres países, ya que sus bancos, la principal industria de los tres enclaves, pasarían a acceder a las líneas del BCE de manera directa, y no solo a través de filiales en países comunitarios, y a tener un banco de último recurso que diera a sus actividades mayor prestigio internacional. No se trata de un problema de capital ni de activos, sino de solvencia.
Fuentes andorranas no han explicado cuál sería el mecanismo técnico por el que un país asociado pasaría a integrarse en el MUS, ya que en este momento ningún país que no sea miembro de la UE se beneficia de esta ventaja. Y este problema técnico no está resuelto.
El camino de Mónaco con Francia
La banca andorrana aspira a esta cobertura. Tiene 44.982 millones en fondos gestionados de los que solo 11.000 millones están en el país, que apenas tiene un volumen de PIB de 2.500 millones. Para solventar estas contradicciones, que han cristalizado en la crisis de BPA, fuentes financieras andorranas creen que Francia es el camino. Y que una colaboración con el Banco de España como la que mantiene Mónaco con el Banco de Francia sería lo idóneo en una fase intermedia, en la que todo el sistema bancario sano está concentrado en poder cumplir Basilea III.
La asociación de estos tres países está muy lejos de las prioridades de la agenda comunitaria, agobiada por cuestiones como el Brexit o la crisis de refugiados
Sin embargo, parece dudoso que el modelo sea exportable. El Banco de Francia considera en sus estatutos Mónaco como territorio nacional, lo que le permite tutelar los 103.000 millones de activos que se gestionan en el país de Alberto II. San Marino, por su parte, ha buscado otra solución, pues cuenta con un banco central propio, con el que le basta y le sobra para cubrir un sistema bancario muy pequeño, de apenas 5.000 millones de balance total. Es decir, de los tres países, Andorra es quien más camina sobre el alambre y el que más desesperadamente necesita un acuerdo. El Confidencial