Según algunos informes, la guerrilla colombiana del ELN se está trasladando al territorio abandonado por la guerrilla de las FARC como parte de su acuerdo de paz con el gobierno, lo cual pone en evidencia una verdad incómoda: que el ELN tiene mucho por ganar si continúa su lucha armada.
Los habitantes de la remota región del Catatumbo y de la ciudad minera de Anorí, en el departamento de Antioquia, dicen que los guerrilleros continúan cobrando extorsiones, que eufemísticamente se conocen como “vacunas”. Pero los uniformes, dicen, han cambiado: los brazaletes usados por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) han sido sustituidos por los del Ejército de Liberación Nacional (ELN).
Hay informes similares provenientes del departamento de Córdoba, al sur del país, que ha sido un caldo de cultivo para diversos grupos guerrilleros y neoparamilitares en Colombia, pero no para el ELN. Los habitantes de la zona dicen que, en lugar de extorsionarlos, el ELN les está ofreciendo a los campesinos comprarles sus cosechas de hoja de coca a un precio más alto que el que les pagaban las FARC.
Estas acciones son un indicio de los intentos del ELN por apoderarse de una tajada del botín criminal que las FARC supuestamente están abandonando como parte de su acuerdo de paz con el gobierno, que fue anunciado en agosto y está programado para ser firmado a finales de septiembre.
El ELN también ha reforzado su presencia en la ciudad cocalera de Tumaco, Nariño, donde ha pasado de sólo 30 hombres a tener más de 100, según la Fiscalía General de la República de Colombia. Dicha zona ha estado tradicionalmente bajo el control de la columna Daniel Aldana de las FARC, que tiene estrechos vínculos con el tráfico de drogas ilícitas. Además, a principios de este año los líderes indígenas informaron que el ELN ya ha ocupado el territorio de las FARC en los departamentos de Valle del Cauca, Cauca y Chocó, presencia que también ha sido observada por fuentes de inteligencia.
Siga la ectura en insightcrime.org