CCD La nutricionista y experta en Seguridad Alimentaria Susana Raffalli, es posiblemente la voz más aguda en exponer la situación alimentaria del país. En los programas en los que participa ya han evaluado a más de 10.000 niños con desnutrición. Raffalli da cuenta de un velo institucional que es rebatido por las cifras que recogen en Cáritas de Venezuela: en junio de este año 16 estados alcanzaron la raya roja que sitúa al país en una crisis humanitaria, al tener un 15% de niños en riesgo de morir por desnutrición.
Con voz pausada y exhausta Raffalli accede a la entrevista en los espacios de Fedecámaras donde se llevaba a cabo la Asamblea Anual de Fedenaga, esto luego de exponer ante el público que el sector salud en Venezuela “sufrió un retroceso de 50 años” y que entre septiembre y octubre de 2017 “pasamos el umbral de 15% que nos ubica en la línea roja”, según los estándares de la Organización Mundial de la Salud, “esto nos da una crisis humanitaria”.
Ese 15% representa un subregistro que decidió llevar la organización para tener un control de los niños a los que asiste en 51 parroquias de 16 estados, sin embargo, Raffalli aclara que esto no es representativo de toda Venezuela. “Es imposible saber cuántos niños están desnutridos en todo el país, para ello es necesario una encuesta nacional. Esto es representativo de los estratos más empobrecidos de Venezuela y no le damos la situación nacional porque Cáritas no está en capacidad de hacer una encuesta de este tipo”.
Su discurso es conciliador, la activista apela a todos los actores de la sociedad para atajar la crisis que no podrá ser resuelta sin ayuda del Estado, en eso hace énfasis, también en que las ayudas humanitarias son temporales y que estas no pueden socorrer a un país por mucho tiempo.
“El bienestar de Venezuela depende del pacto social entre todos los sectores, tenemos que seguir trabajando juntos, por eso está Cáritas aquí. Hemos tenido el respaldo en nuestros discursos, han mantenido con rigor los datos del sector, las proteínas que hemos ido dejando de consumir. No ha habido una sola llamada que Fedeanaga no me haya contestado eso ha sido valiosísimo”, expresa al inicio.
En febrero de 2017 había un 10% de niños en peligro de muerte por desnutrición, en septiembre de ese mismo año, la cifra se ubicó en 15%, en mayo de 2018 llegó a 16,2% y en junio la más actualizada, se situó en 15%, lo que mantiene a Venezuela en la raya roja.
“La diferencia entre crisis humanitaria y emergencia humanitaria es la capacidad de respuesta. Estamos en una situación de emergencia. Esto es una emergencia de instalación lenta, mata por desgaste, la familia se va descapitalizando y los primeros en morir son los niños. No se sabe cuándo declararla, normaliza, la memoria histórica de dignidad se borra, (genera) desgaste, miedo y desesperanza”, explica.
“El 33% de los niños ya tienen retardo de crecimiento y esto ya es irreversible”
Según Raffalli, Venezuela atraviesa una “emergencia humanitaria compleja” que no es provocada por guerras o por daños naturales, sino que ocurre en naciones con Estados despóticos donde no hay Estado de derecho y donde “no hay a quién recurrir”. Por otra parte, revela que en el país “se están moviendo fondos humanitarios en cantidades importantísimas y de eso puedo dar fe”.
Las trabas para asistir
La debilidad en las instituciones ha generado un mercado negro que trafica desde alimentos hasta salud, en ese sentido, la especialista contó que hace poco en Valencia, estado Carabobo, le vendían en la entrada de un hospital una historia médica para ingresar una niña con desnutrición aguda.
Otra de las trabas que enfrentan son los traslados de los suplementos nutricionales que incluyen en sus programas, motivado a que requieren de guías de movilización que exige la Superintendencia Nacional para la Defensa de los Derechos Socioeconómicos (Sundde), requisito que según la experta en algunos casos es difícil de conseguir o caro como en 2017 cuando les costó unos 30 millones de bolívares, no obstante, sostiene que no pueden darse el lujo de no tenerlas debido a que es un documento esencial para transportar las fórmulas de un lado a otro.
“Si nos exoneraran eso, por ejemplo, que se identifiquen los dos o tres suplementos nutricionales que son importantes para los programas humanitarios del país y se ponga una banda de precios y que el Gobierno nos subsidie, eso sería maravilloso. Nosotros pagamos por la primera lata de superalimento que se les da a los niños Bs. 1.800.000 ahora creo que cuesta Bs. 48 millones, cada punto que aumenta la inflación sobre un suplemento alimentario de carácter humanitario implica un niño que hay que sacar del programa porque no nos alcanza. Deberíamos actuar en consecuencia a las circunstancias en las que está el país”, mantiene.
Cáritas de Venezuela ha evaluado hasta ahora a más de 10.000 niños, de esos han identificado a unos 7.000 con desnutrición y rescatado de esa condición a 5.200. “No llegan a ser los 7.000 porque son los que acaban de entrar y la recuperación tarda como seis semanas”, explica Raffalli en entrevista a TalCual. “Esto no llega ni al 3% de los niños que están con esta misma necesidad en una parroquia, por eso el mensaje de Cáritas siempre es –sin el Estado no podemos-, la única manera de atender a todos los niños que están en este estado de necesidad es que el Estado trabaje con nosotros o que nosotros trabajemos con el Estado pero que tratemos de hacerlo entre todos”, recalca.
Actores humanitarios no convencionales
A juicio de la nutricionista “es importantísimo” que se sumen actores humanitarios no convencionales, esto quiere decir que los distintos sectores del país realicen acciones de esa naturaleza, sobre esto, explica que es “muy valioso” el voluntariado al tiempo que señala que el reparto aislado de alimentos en la calle “no está bien”. “No puede dolerte una persona comiendo en la basura y vayas y le lleves la comida al basurero”.
Para la activista es más provechoso que quienes tengan recursos, se dirijan a las organizaciones que ya reciben poblaciones en situación de riesgo e informar. “Nosotros necesitamos los movimientos ciudadanos para mantener activa la visibilidad de lo que está pasando en el país y para hacer pedagogía ciudadana, para eventualmente promocionar la lactancia materna, promocionar formas adecuadas de comprar en esta situación económica que tenemos y para seguir sintiendo que estamos entre todos juntos en esto”, manifiesta.
Asimismo, explica que en el caso del sector privado este podría ser útil con donaciones en moneda y en especies, con asesoramiento logístico, en cómo manejar cargamentos humanitarios o trasladar los suplementos infantiles, en ese sentido, recuerda que un envío a Apure pasó de costar Bs. 2.000.800 a Bs. 30 millones en poco tiempo.
En el caso de la Academia con estudiantes voluntarios que hagan evaluaciones nutricionales, encuestas y la diáspora que “va a ser con lo único con lo que nos quedemos porque no hay un donante humanitario que aguante subvencionar fondos a un país por muchos años”.
La raya de la hambruna
La raya roja ya da un número alarmante, sin embargo, si ese 15%, llegara al 30% pondría a Venezuela en la raya morada que en términos de emergencia nutricional representa la hambruna catastrófica, cuando hay 30% de niños en situación nutricional muy grave a punto de morir y la mortalidad por desnutrición aumenta en 10 veces.
“Venezuela no está y no ha estado nunca en una situación de hambruna, pero yo me temo que tampoco lo va a estar y que lo que va a suceder es algo muy penoso que es que más bien podemos observar que en algunas parroquias la situación tiende a mejorar por efecto de las remesas, por eso tu no ves a la gente en la calle, cómo es posible que aquí el Cendas diga que se necesitan 51 salarios mínimos para costear la canasta de alimentos y aquí no esté la gente en la calle, la gente está resolviendo de alguna manera y yo creo que el efecto de las remesas se ha dejado sentir”, concluye.
Información de Tal Cual