Francia | Juicio contra financistas de Hezbollah devela red de lavado de dinero en Venezuela, Colombia, Brasil y Paraguay.

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CCD | Un conocido financista del grupo libanés Hezbollah será sometido a juicio en París con otros 14 sospechosos por su presunta participación en una gran banda criminal acusada de lavar dinero de la droga colombiana a través de piedras preciosas y joyas de lujo en favor del grupo político-terrorista chiita.

Uno de los acusados dio pistas importantes de conciudadanos suyos que operan estrechamente en Venezuela y Paraguay con agentes de Hezbollah cuando fue detenido hace 18 meses.

El principal acusado es Mohammad Noureddine, un empresario libanés de 44 años con inversiones en bienes raíces y piedras preciosas en América Latina y África. Noureddine tiene familiares afincados en Ciudad del Este, Paraguay, donde registra una docena de viajes en los que ingresó a través de Brasil y ha intentado realizar inversiones millonarias en propiedades.

El empresario fue arrestado en Francia en enero de 2016, durante operativos de las fuerzas de seguridad francesas que operaron conjuntamente con las agencias de inteligencia y fuerzas policiales en Italia, Bélgica y Alemania, luego de una alerta de la Agencia de Control de Drogas de los Estados Unidos (DEA). Los funcionarios estadounidenses habían impuesto sanciones a Noureddine antes de su detención por sus vínculos con Hezbollah en Líbano y sospechan que coordinaba una red transnacional de lavado de activos y tráfico de drogas entre Sudamérica (desde Brasil, Paraguay y Colombia), a Europa y Líbano desde 2012.

Noureddine fue siempre un interrogante para las agencias de seguridad occidentales, nunca fue localizado un domicilio estable hasta que fue identificado en Francia, donde residen varios de los demás acusados que se encuentran en el centro de las investigaciones de las operaciones de la banda en Europa, informó el diario saudita As Sharq al Awsat desde su filial de Londres.

El grupo era el responsable de hacer acopio de millones de euros de las ventas de cocaína en Europa, luego canalizaba dichas ganancias en cuentas de empresas creadas para la operación en dos bancos alemanes, desde allí, el dinero se reenviada en remesas a cuentas bancarias de testaferros de Hezbollah en Chipre. El círculo final de las operaciones se cerraba cuando las ganancias eran ingresadas al Líbano antes de transferir a narcotraficantes colombianos su parte correspondiente de los ilícitos.

Los fondos se movieron utilizando un sistema de pago muy antiguo que data de la época de lo califas en materia de la compra-venta de especias conocido como «hawala«, que pasa por una red probada en lealtad y exige una confianza férrea. Los operadores de la Hawala también ofrecen la ventaja de no dejar rastro alguno de las transacciones, aunque en esta operatoria no tuvieron la discreción ni prolijidad que la hawala exige.

Unos meses después del arresto de Noureddine, la policía de los EEUU detuvo en Florida al presunto jefe de la red, Mohammad Ammar,  se lo acusó de haber trasladado ilegalmente cientos de miles de dólares provenientes de Latinoamérica a bancos de Miami. Ammar, quien viajaba regularmente entre California y la ciudad colombiana de Medellín, admitió -a través de una oferta de colaboración con la fiscalía- sus vínculos con los cárteles de la droga colombianos y sus relaciones con actividades de contrabando y lavado de activos en Paraguay y Brasil, dijeron los fiscales a AFP.

Los investigadores de la Conexión Libanesa de Hezbollah también caratularon el caso como Operación Cedro, en alusión al árbol nacional de Líbano, y sospechan que un cliente principal de la red es un capo narco colombiano conocido como El Chapulín, que envió grandes cantidades de cocaína a Europa.

Según la Fiscalía de París, después de que la droga se vendía y distribuía, la red usó agentes libaneses de Hezbollah especialistas en finanzas y comercio hawala para reunir las ganancias. Esos agentes del grupo político-terrorista utilizaban técnicas muy bien establecidas de contra-inteligencia, aunque fueron detectados y seguidos por los oficiales de la policía francesa. Los operadores de Hezbollah cambiaban regularmente los teléfonos móviles, usaban lenguaje codificado y escondían el dinero en automóviles que movían de un estacionamiento a otro sin dejarlos en un lugar fijo.

Así, los investigadores que escuchaban las conversaciones telefónicas dedujeron que un «Mercedes 250» se refería a una recolección de 250.000 euros, mientras que un «camión» se refería a un millón de euros. El «horno» era una referencia que se hacía a los Países Bajos, y las operaciones realizadas en Bélgica eran conocidas como el trabajo que se hacía en el «molino». Las cifras del dinero que manejó y lavó la banda delictiva, según las escuchas de las policías francesa, italiana y alemana, fue de unos 75 millones de euros en los últimos 4 años.

El dinero recaudado se lavaba con la compra de piedras preciosas, joyas de lujo y automóviles que también se revendieron en el Líbano y en África Occidental. Luego, los fondos recién lavados eran transferidos a los colombianos a través de casas de cambio de divisas o de transferencia directas de dinero a empresas fantasmas creadas por los grupos colombianos, informó AFP.

Noureddine ha admitido haber organizado el lavado y la recolección de dinero en efectivo, pero ha alegado ignorar y desconocer sobre la procedencia de los fondos, y ha negado categóricamente que parte del dinero pudiera haber sido destinado a Hezbollah como lo sugirió la DEA, aunque no explicó para quién eran efectuadas las operaciones de blanqueo de ese dinero.

William Julie, abogado de uno de los acusados que está familiarizado con los casos transfronterizos de narcolavado que son manejados por investigadores tanto estadounidenses como europeos, dijo que varios de los acusados han comprendido que la cooperación con las autoridades es «indispensable» para mejorar sus situaciones dentro del proceso de cara al juicio. Pero el abogado también declaró que a menudo quienes colaboran en operaciones en suelo europeo solo han conducido a «personas de segundo nivel». Su cliente colombiano, considerado socio de Noureddine por las autoridades antidrogas, ha negado tiempo atrás enérgicamente estar relacionado en cualquier delito con el grupo terrorista islámico pero dio pistas importantes de conciudadanos suyos que operan estrechamente en Venezuela y Paraguay con agentes de Hezbollah cuando fue detenido hace 18 meses.

Varios de los acusados tienen antecedentes penales en Colombia y Brasil y nueve de ellos registran pedidos de búsqueda y detención por agencias de seguridad y policías europeas. El juicio está programado para el 28 de noviembre. Seguramente lo que se ventile en la Corte parisina abrirá varias líneas de investigación en América Latina habida cuenta de los niveles de involucramiento de los detenidos procesados en actividades en Colombia, Venezuela, Brasil y Paraguay.

Fuente: AFP

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