Las fake news no son un fenómeno nuevo: los gobiernos, los partidos políticos, los medios de comunicación y las grandes corporaciones —o los monopolios de información equivalentes en cada época— han hecho siempre un uso interesado de ellas. ¿No es sospechoso, pues, que las políticas y las reformas normativas que se están proponiendo para combatirlas criminalicen las nuevas tecnologías y, en cambio, no hagan lo mismo con quienes se han dedicado a producir noticias falsas desde siempre? ¿Por qué en lugar de cortar el problema de raíz pretenden imponer a los ciudadanos recortes de la libertad de expresión e información?.
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El libro de Simona Levi #FakeYou, expone investigaciones que desmontan los mitos en los que se respalda la ola de legislaciones liberticidas que sufrimos en la actualidad. En la obra se plantea como una herramienta de defensa contra los recortes de las libertades fundamentales y un arma contra las nuevas formas de manipulación, mentira y falsificación.
De acuerdo a Sergio Salgado en un artículo publicado para el blog Público, el libro parte de una base totalmente diferente. Probablemente las fake news sean como mucho el segundo mayor peligro para la libertad de expresión. El mayor peligro para la libertad de expresión en estos momentos es la lucha de nuestros políticos contra las fake news porque parte de este presupuesto liberticida tecnófobo y (interesadamente o no) equivocado.
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A lo largo de #FAKEYOU se demuestra con datos que:
Las fake news son los bulos de toda la vida con los que el ser humano ha tenido que lidiar siempre y que siempre han sido disruptivos solo cuando se activa la maquinaria de los monopolios capaces de difundir masivamente estos bulos con unos medios que ningún ciudadano particular dispone. Si no fuera por la presencia de estos monopolios —los de toda la vida y los nuevos— que empeoran la salud de la red, de la información y de la democracia no estaríamos hablando del problema de las fake news.
El negocio es redondo para los grandes distribuidores de fake news.
Los monopolios de la política que son los partidos y las instituciones hacen lo que siempre hacen los políticos: proponerse como solución para los problemas que ellos mismos han causado.
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Los monopolios de la información culpan del problema a lo único que amenaza su negocio: una red abierta y neutral que hasta ahora ha demostrado ser un campo donde sus fake news pueden ser desmentidas.
«Lo que se necesita para luchar contra las fake news es más y mejor democracia y menos tecnofobia y criminalización de las libertades; más rendición de cuentas y verificación y menos impunidad, paternalismo desinformado y monopolio de los medios y los recursos informativos» (Simona Levi).