Los países emergentes pasan a primera línea de fuego en la tormenta financiera desatada por el coronavirus. Desde que se conocieron los primeros contagios fuera de China —el foco inicial de la epidemia—, a mediados de enero, el bloque ha sufrido una salida de capitales de 29.300 millones de dólares, según los cálculos del Instituto de Finanzas Internacionales (IIF), la gran patronal global de la banca. Es la mayor cifra desde que se tienen registros, muy superior a la de la crisis financiera de 2008 y a las turbulencias en los mercados financieros chinos en 2015, cuando el temor a un estallido en la segunda potencia mundial disparó los temores en los países en vías de desarrollo. Con información de El País.
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Entonces, a estas alturas —un mes y medio después del inicio de cada una de las crisis—, las salidas no llegaban a los 20.000 y 15.000 millones de dólares, respectivamente. «Estamos en la mitad de la peor salida [de capitales] desde que hay registros», apunta el responsable de la estadística y economista del IIF, Jonathan Fortun Vargas.
Ante la crecida de las aguas en los mercados, los inversores privilegian seguridad sobre rentabilidad; estabilidad frente a volatilidad. Y en esa particular carrera en busca de un resquicio de calma ahí fuera, los países emergentes —por definición, más expuestos a los movimientos bruscos— tienen las de perder en favor del clásico cuarteto de cuerda de los activos refugio: oro, deuda pública estadounidense, dólar, yen.
«Es una cifra más alta de lo que esperaba», reconoce Lourdes Casanova, jefa del Instituto de Mercados Emergentes de la Universidad de Cornell (Nueva York), «pero en episodios así los gestores de fondo suelen repatriar primero los capitales de estos países para compensar las recientes pérdidas acumuladas en Occidente». La epidemia y China, agrega Casanova, «no lo explican todo». «En el caso de América Latina está, también, la incertidumbre política y social, que había provocado ya algunas salidas de capitales antes del coronavirus. Y, más recientemente, la caída del petróleo, que afecta, entre otros, a Indonesia y Malasia. «Es una tormenta perfecta y estamos en territorio desconocido, sin una hoja de ruta y con muchos factores confluyendo».
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En sus cifras, el Instituto de Finanzas Internacionales incorpora y consolida datos procedentes de una veintena de países, entre ellos China y Corea del Sur (dos de los países más zarandeados por el virus) además de India, Brasil, México, Colombia y Sudáfrica, entre otros. Es una imagen global bastante fidedigna del bloque en su conjunto.
«Nuestra muestra cubre el 85% o 90% de los flujos hacia los países emergentes», apostilla Jonathan Fortun Vargas, que apunta a Latinoamérica como una de las grandes afectadas por la fuga de capitales. «Brasil es el que más está sufriendo, dada su exposición a China. Y en los próximos días esperamos un incremento en las salidas desde México, dada la dinámica actual de los mercados», señala al tiempo que recuerda que, a diferencia del resto, los países latinoamericanos «no han logrado atraer nuevas entradas en los meses previos» al choque del coronavirus.