Brasil logró desmantelar una organización que le permitió develar el porqué del paso de africanos por Venezuela, un hecho que continuaba siendo un misterio. El fenómeno pasa inadvertido para las organizaciones internacionales y el gobierno venezolano esconde las estadísticas. Así lo reseña un informe de Efecto Cocuyo.
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La razón de esta extraña ruta revela que Venezuela es una puerta de entrada para el tráfico de migrantes africanos con rumbo a Estados Unidos.
El 27 de febrero de 2019 Abdessalem Martani, recibió una llamada a su teléfono celular: «¿Cuánto cobras por ocho pasaportes y visas venezolanas?», preguntó un hombre al otro lado de la línea.
«¿Estás loco?, no puedo hablar de eso por teléfono», respondió el argelino de 47 años de edad, antes de colgar la llamada. Martani, conocido también como Mourad o Mouradi, tal vez sospechaba que la Policía Federal de Brasil interceptaba sus llamadas.
Policía de Brasil sigue la pista
Seis meses después, está sentado en una sala de la Superintendencia Regional de la Policía Federal, en Sao Paulo, donde es interrogado por el agente Milton Fornazari.
«¿Quién es esa persona?», increpa el funcionario. Pero Martani afirma que no sabe. «¿Quiénes son los traficantes en África y en América del Sur?, ¿cómo los conoces?», insiste Fornazari. El interrogado se niega a dar detalles.
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La policía sabe que el africano es el dueño de una agencia de viajes llamada MHB, que es clérigo de la Mezquita Rua Barao, ubicada en Itapetininga, municipio del estado de Sao Paulo, y también sabe que es sospechoso de ser el líder local de una red que trafica personas que buscan salir de África y de Asia y opera desde Venezuela hasta Estados Unidos. Cuatro inmigrantes somalíes: Abdi Ali Farah, Abdirizak Ali Ibrahim, Bashir Salah Ibrahim e Jama Muse Yusuf, detenidos por agentes de migración en Estados Unidos, lo acusaron.
La policía brasileña también lo acusa de haber negociado por teléfono visas aparentemente falsas de Bolivia y Venezuela el 26 de mayo de 2019. El número con el que se comunica está a nombre de Baye Lakhat Diakhate, un senegalés refugiado en Brasil, con quien habla de nuevo el 8 de junio para explicar que para entrar a Venezuela debe pagar «500, 200, 400». El audio sobre la suma exacta de dinero y la moneda usada está distorsionado en las grabaciones policiales.
México
En la misma conversación se escucha «Tapachula», una ciudad al sur de México, en el estado de Chiapas, pegada a la frontera con Guatemala. Se hizo famosa porque en su estación para migrantes llegaron a acumularse miles de ellos hacia septiembre de 2019, luego de que el presidente Andrés Manuel López Obrador desplegara aproximadamente 6.000 agentes de la Guardia Nacional, bajo la amenaza del presidente estadounidense Donald Trump de imponer un arancel de 5% en todos los productos mexicanos si no impedía el paso de los migrantes.
Venezuela, una puerta de entrada
El Ministerio para Relaciones Interiores, Justicia y Paz de Venezuela confirmó que redes criminales estaban trayendo a Venezuela personas que migraban de África en 2015. En su Memoria y Cuenta de ese año reveló que Santa Elena de Uairén, ciudad fronteriza con Brasil, es el «punto de mayor incidencia en materia de trata de personas y tráfico ilícito de migrantes», provenientes de África y el Caribe.
Se identifican dos puntos fronterizos más por los cuales entran migrantes de la mano de estas redes: San Martín de Turumbán (estado Bolívar) y los caños Delta del Orinoco (estado Delta Amacuro).
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El Departamento de Estado de Estados Unidos también reporta, en su informe sobre trata de personas de 2018, que en Venezuela hay víctimas de trata sexual y laboral de países sudamericanos, caribeños, asiáticos y africanos, aunque no detallan las nacionalidades ni los casos.
También cuestionado por la policía brasileña, el iraní refugiado en Brasil, Mohsen Khademi Manesh, dijo que tenía una relación con Abdessalem Martani en el sucio negocio de traficar personas.
Dos mujeres
Khademi contó que la banda cobró 12.000 dólares para facilitarles el viaje a dos mujeres afganas que identificó como Hila Hakimi y Abeda Hakimi hasta Estados Unidos y aseguró que Venezuela fue la puerta de entrada para estas migrantes. «Vinieron de Afganistán a través de Venezuela», dice.
Según su versión, el recorrido que hicieron las dos mujeres a inicios de 2019 fue a Brasil (Sao Pablo), de Brasil a Perú, de Perú a Colombia y de Colombia a México, donde fueron custodiadas durante dos meses por un hombre «muy fuerte que movía mucho dinero y drogas» y que vive en la localidad de Reynosa, en la frontera con Estados Unidos, aseguró el iraní.
En cada uno de estos países había coyotes (traficantes de migrantes) esperándolas identificados por nombres clave: «Martín» las llevó de Perú a Colombia y «Thomas» de Colombia a México.
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Las dos extranjeras ingresaron a Estados Unidos a través de un contacto de Martani que supuestamente se llama Karim, es argelino y trabaja en el ejército estadounidense. El 12 de julio de 2019, Hila Hakimi y Abeda Hakimi fueron detenidas en Estados Unidos por cruzar la frontera indocumentadas después de haber sido víctimas de «tratos degradantes durante sus largos, clandestinos y, a veces, violentos viajes en varios países», según determinó el Tribunal Federal de la 3era Región de Sao Paulo que lleva el caso de los acusados por tráfico de migrantes.